El pasado 29 de octubre el país eligió nuevos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y miembros de Juntas Administradoras Locales. Para muchos el resultado puede interpretarse como un mensaje claro de rechazo a las políticas nacionales que el presidente Gustavo Petro y su equipo de gobierno vienen proponiendo desde agosto del año pasado. El partido del presidente no ganó en alcaldías y gobernaciones de ciudades principales ni de departamentos grandes. Los triunfos más llamativos de opositores al partido de gobierno son los de Galán, Gutiérrez, Eder y Char en las alcaldías de las 4 principales ciudades del país.
¿Cuáles son los posibles efectos de estos resultados sobre el trámite de las principales reformas que ha emprendido el gobierno en el legislativo? La respuesta no es simple ni tampoco obvia. Una primera posibilidad es que, en efecto, el precario respaldo hacia los candidatos del Pacto Histórico signifique un debilitamiento del poder del gobierno para conseguir las mayorías necesarias en Cámara y Senado, que le permitan seguir adelante con su agenda legislativa con la que pretende modificar asuntos tan profundos y relevantes como la salud, el empleo y las pensiones. Recordemos en todo caso, que el gobierno ha contado con respaldo a estas iniciativas, específicamente a la reforma a la salud, de otros partidos políticos para que continúen su avance hasta el momento. Si esta primera posibilidad se materializa, estaríamos ante una posible tendencia hacia la reformulación o incluso, el retiro de algunas de estas iniciativas, porque podrían convertirse en inviables en su discusión y dejarían con muy bajas probabilidades su aprobación.
Pero también podría darse un escenario en el que el gobierno, sin renunciar a sus propósitos reformistas, se abra mucho más al diálogo y al consenso, y de esta manera, reorganice sus proyectos de Ley para que recojan las posturas críticas que se han hecho visibles durante lo corrido de su primer año en el poder y que, especialmente para el caso de la reforma a la salud, han puesto sobre la mesa muchas opiniones contrarias que una y otra vez han llamado no solo a cambiar lo que se pretende con el proyecto sino también, han solicitado su retiro del trámite que cursa actualmente en la Cámara de Representantes. Esta posibilidad daría pie a que la reforma a la salud tenga un segundo aire, si es que logra reconstruirse a partir de los consensos con los demás sectores y consigue recoger las críticas que permanentemente ha recibido.
Un tercer escenario sería el más inconveniente de todos, porque supondría un giro contrario a la apertura y al consenso. En esta situación hipotética, el gobierno se encerraría y sería más radical e impositivo en el avance de sus reformas, cerrando todavía más la puerta al diálogo y a la concertación. De esta forma, haría ver sus propósitos como un mandato popular que está siendo atacado por la oposición y por las fuerzas que no quieren ver materializados los cambios con los que ganó la presidencia el año pasado. Sería esta una ruta tortuosa y lamentable, que además afectaría profundamente al país y la gobernabilidad, así como la gobernanza del actual presidente y su equipo.
Vienen días y semanas de reflexiones para el gobierno en las que no debemos olvidar que, en lo concerniente al sector salud, ya hay alertas que atender y procesos que no dan espera porque muchas situaciones que vienen ocurriendo podrían tener también efectos a largo plazo en la sostenibilidad del sistema de salud y en los indicadores de acceso, oportunidad y calidad de la atención. Desde luego el llamado sigue siendo al diálogo y al fortalecimiento de los procesos democráticos, participativos y de construcción de consensos para el beneficio común y para que se avance positivamente en resolver las dificultades del sistema de salud, partiendo de los logros que se han conseguido y enfocando los esfuerzos en superar las situaciones adversas que vive hoy el sistema.