Economía circular en salud, una oportunidad para la agenda del próximo gobierno

Economía circular en salud, una oportunidad para la agenda del próximo gobierno

En el marco de las discusiones sobre las actuales oportunidades y desafíos de Economía circular en el país, el Instituto de Prospectiva e Innovación de Salud (INNOS), realizó el webinar Economía circular en salud que contó con la participación del Doctor Carlos Felipe Escobar, director de INNOS, quien realizó una introducción al concepto de circularidad y expuso algunos datos actuales que afectan la sostenibilidad en el sector. Así mismo, Carolina Montes, investigadora de la Universidad Externado de Colombia, en su intervención, expuso los diferentes instrumentos en los se plantea la Economía circular en la jurisdicción colombiana. Finalizando, Valentina Guevara, gerente general de Circle Core y Carlos Pinillos, gerente regional de Emporium Partners, expusieron las diferentes oportunidades de la circularidad en Colombia y plantearon algunos desafíos que, desde su experiencia profesional, se han detectado en el sector salud en Colombia.

En este espacio, los diferentes expertos en las áreas de salud, economía e innovación, compartieron sus puntos de vista acerca de circularidad y establecieron la importancia de la Economía circular en el sector salud teniendo en cuenta el contexto electoral en el que se encuentra el país. De este modo, la discusión inicia a partir de la idea de que los diferentes actores del sistema de salud y en particular aquellos que se encuentran en el proceso de construcción de políticas públicas, tienen un rol fundamental para entender el contexto y los desafíos que implica la sostenibilidad e innovación del sistema.

Así pues, se entiende el concepto de Economía circular como el modelo económico a partir del cual se atiende a los desafíos de la eficiencia del uso de materiales, el uso de agua y energía, los precios elevados de productos básicos, residuos, impacto ambiental, conciencia del sobreuso de la tierra y escasez de recursos. En términos generales, aquellos hitos importantes que traen consigo beneficios económicos, ambientales y sociales a nivel global. Dichas demandas son evaluadas desde los principios de la circularidad con el objetivo de brindar y dar mayor atención a las oportunidades en el marco de gestión.

La Economía circular presenta entonces un enfoque de restaurar y regenerar relativamente nuevo, aún más en el sistema de salud y la formación de los profesionales en salud que implica la búsqueda de nuevas herramientas capaces de contrarrestar las barreras que a lo largo del tiempo han obstaculizado la circularidad en el sector. A continuación, expondremos un numero de paradigmas que la Economía circular ha ido revaluando a partir de demostraciones y metodologías efectiva de reúso, restauración y reciclaje:

En primer lugar, en los sistemas de salud se tiene una mentalidad de uso único: es más seguro tirar los dispositivos médicos una vez utilizados. La percepción es que, si tiramos los dispositivos usados, reducimos el riesgo de infección: cuanto menos reutilicemos, más seguro será. En este momento una gran cantidad de dispositivos están siendo ya diseñados bajo directrices de ecodiseño y reutilización. La FDA (Invima USA) ha aprobado prácticas de reutilización para el 45% de los dispositivos registrados. Para el año 2030 el 90% de los dispositivos de clase 1 y 2 contendrán instrucciones y procedimiento de reúso estandarizados y aceptados por las entidades regulatorias y los fabricantes originales.

En segundo lugar, es difícil reutilizar los dispositivos. Hay que recogerlos, transportarlos, limpiarlos, probarlos y, a veces, esterilizarlos antes de reutilizarlos. Es mucho más fácil tirar el dispositivo después de un solo uso y coger otro. Las logísticas inversas y de recuperación están garantizando la optimización de recursos y la coordinación entre la frecuencia de uso y disposición final, reintegrando en lo posible materiales al fabricante original, directamente en sus cadenas de suministro ya sea como materia prima o producto terminado-recuperado.

En tercer lugar, muchos dispositivos son tan baratos y la inversión necesaria para su reutilización es tan alta que no es económicamente rentable dedicarse a la reutilización. El bajo costo de los dispositivos en la actualidad es prácticamente inviable por la escasez exponencial de materias primas y por la laxitud de distintas regulaciones, que no promueven la reutilización y reparación o el reprocesamiento, término establecido en el argot médico cuando hablamos de reutilización. La obligación de almacenar repuestos y garantizar un flujo constante de partes y componentes para el recambio, impactará en los costos de producción y llevará a los fabricantes a repensar sus modelos de distribución y segmentos de clientes.

En cuarto lugar, la industria que fabrica los dispositivos ha descubierto que el uso único significa que el hospital compra más, por lo que, al diseñar los dispositivos para un solo uso, el fabricante maximiza sus beneficios. Los fabricantes se encuentran hoy en día en una encrucijada ya que las cadenas de suministro no han podido maximizar sus utilidades y producir siempre desde cero encarece mucho sus costos. Un cuerpo de regulaciones adoptadas a nivel internacional, tales como la taxonomía EU, la ley de la cadena de suministro en países como Alemania o la incorporación de ciclos de vida de uso a la responsabilidad extendida del productor, son factores definitivos que cambiarán el modelo de vender siempre nuevo, disminuyendo la producción unitaria de productos.

Lo anterior, evidencia el gran impacto ambiental que tiene el sector salud y los posibles cambios de paradigma que propone la Economía circular. A nivel global, las cifras señalan que el 4,6% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector, porcentaje del cual además se registra que el 65% es a causa de la producción de dispositivos médicos. Algunos otros datos resaltan:

  • En Estados Unidos, 614.000 decesos fueron causados por la polución de la industria médica (años de vida ajustados por discapacidad).
  • En 2018, compañías de reacondicionamiento redujeron 7100 toneladas de residuo traducidas en el ahorro de 420 millones dólares.
  • Los hospitales producen 13Kg de residuos por cama diarios, del 15 al 25% son materiales peligrosos.

 

Economía circular en Colombia

Por su parte, a nivel nacional, la regulación colombiana ha evidenciado la creación de múltiples instrumentos en los cuales las dinámicas de la circularidad han generado iniciativas significativas para el país. En el año 1997, por primera vez se estableció la Política de Gestión Integral de Residuos a partir de la cual se definió el cambio drástico del modelo de prestación de servicio de aseo y gestión de residuos, dando además una nueva posibilidad de negocio para recicladores bajo el Principio Internacional de Responsabilidad extendida del productor, limitada a residuos peligrosos.

Posteriormente, en el año 2016 se publicaría sin lugar a duda, el instrumento más relevante sobre el tema en el cual apareció por primera vez el concepto de Economía circular, el documento CONPES 3874/16, fortalecido además por la Política RAEE en 2017.

Finalmente, bajo este contexto normativo en el año 2019, se generó una nueva estrategia de Economía circular con el objetivo de identificar motores de impulso, analizar el metabolismo de los principales flujos de materiales, agua y energía utilizados en la economía colombiana; y plantear mecanismos que facilitaran la transformación productiva. A partir de esto se desarrolla que el modelo de Economía circular en Colombia debe priorizar los materiales y no los sectores, garantizando esta circularidad de los residuos orgánicos, peligrosos y de gestión diferenciada.

 

Modelos e iniciativas

Entendiendo que en Colombia muchos de los agentes componentes de la circularidad aún se encuentran en fases tempranas, se propone un cambio de paradigma que compone cinco modelos de negocio:

Valorización de residuos: entender el principio de que los residuos tienen un valor. Se compone de dos iniciativas:

  1. Valorización energética en cadenas de incineración de residuos con riesgo biológico.
  2. Valorización energética de residuos orgánicos (metalización seca, compostaje).

Un concepto importante bajo este aspecto es la revalorización de materiales o el Upcycling. La alternativa aquí es explorar cómo sin degradar el material podemos aumentar su valor y funcionalidad.

Suministros circulares: a partir de la sustitución de suministros se pretende garantizar la incorporación de energías alternativas, principios de reúso del agua, eco-diseño que permita establecer una ruta en la cual se llegue a la reutilización o reacondicionamiento de los recursos. De otra manera, los resultados podrían ser ineficientes sino se piensa desde el inicio dicha ruta de acción.

  1. Materiales de construcción – Energías renovables.
  2. Adquisiciones ecoeficientes y circulares – Depuración y recuperación de aguas residuales.
  3. Captación y almacenamiento de aguas pluviales “in situ”.

Productos como servicios: repensar el acceso a los productos ya no como clientes de renta de modelo de productos por servicio sino como generador de un modelo de productos por servicio (pasar de propietario a usuario).

  1. Alquiler / renting de equipos.
  2. Uso compartido e intercambio de equipo en instalaciones.
  3. Centrales de compra compartidos con multiproveedores.

Plataformas colaborativas: garantizar el intercambio del uso de los productos compartiendo empleo, acceso y propiedad. Materiales funcionales que requieren pensar colaborativamente para darles mayor uso garantizando que se mantenga dentro del ciclo productivo.

  1. Uso compartido de equipos y recursos médicos entre instituciones prestadoras y usuarios del sistema de salud.

Extensión de vida útil: ampliar el ciclo de vida por medio de la reparación, actualización, re manufactura o re comercialización de productos.

  1. Lograr que el equipo biomédico a través de mantenimiento predictivo dure mas distribuyéndolo a un segundo usuario.
  2. La extensión de vida útil garantiza el fortalecimiento de las capacidades instaladas en reparación, remanufactura y reutilización. Es importante que los dispositivos intervenidos puedan ser mantenidos y/o reparados localmente, impidiendo el retorno a las casas matrices para su tratamiento.

Ahora bien, este modelo de circularidad se define por un sinnúmero de ventajas y desafíos entre los que se plantean como esenciales el uso de la innovación, ciencia y tecnología en el proceso de búsqueda de una mejor distribución cantidad/calidad para garantizar la rentabilidad y sostenibilidad desde la logística de recuperación y logística inversa.

En este sentido es primordial entender como en una cadena de suministro se conectan los diferentes procesos de producción, almacenamiento y distribución de dispositivos médicos mediante un enfoque de gestión de suministros, convirtiendo esas cadenas de suministros en cadenas de valor. Es decir, categorizando el concepto de Economía circular en gestión de valor. Precisamente, en lo que respecta a la gestión tecnológica en salud desde la circularidad se pretende lograr dicho objetivo mediante la descarbonización de la industria de los dispositivos médicos. De este modo, lo más importante es entender que la manera en como se busca cerrar esa brecha tecnológica tiene que enfocarse no en utilizar productos de segunda, sino en viabilizar las compras ecoeficientes de los agentes de salud y tener un enfoque de modernización.

Esta descarbonización impulsaría definitivamente proyectos de colaboración para el ensamblaje y la producción local de dispositivos de diferentes complejidades. El nearshoring (traslado de estaciones de producción cercanas a los usuarios finales) como estrategia para la instalación de centros de innovación y producción cercanos a los usuarios finales, podría ser una alternativa que beneficie a los diferentes grupos de interés. Además, la descarbonización impactará positivamente los costos de producción para los fabricantes, disminuyendo sus dependencias de materias primas, lo cual también beneficiaria al cubrimiento de los sistemas de salud, con tecnologías y tratamientos de punta para las poblaciones más escazas de recursos.

Recomendaciones

Resulta pertinente cambiar el esquema de adquisición tecnológica de los hospitales partiendo de la planeación estratégica que establezca la complementariedad entre la planeación a corto, mediano y largo plazo de la empresa con respecto a su nivel de servicio pronosticado y su posicionamiento en el mercado.

Para una transformación se debe generar un paquete de desincentivos con el objetivo de desestimular algunos patrones de consumo e incentivos para generar la responsabilidad extendida del productor como mecanismo para eliminar el consumo o producción irresponsable.

Construcción de infraestructura y capacitación de personal que pueda agruparse a partir de los parques ambientales y tecnológicos que garanticen investigación a temas como la valorización de residuos provenientes de dispositivos médicos.

Concluimos con algunas reflexiones para los actuales candidatos a la presidencia de Colombia:

¿De qué manera incorporaría la sostenibilidad en el sector salud?

¿Cómo disminuiría la huella ambiental que produce anualmente el sector salud?

¿De que manera podría mitigar el impacto ambiental, económico y social que las barreras del sector salud aún posee en términos de circularidad?

¿Qué iniciativas establecería para impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en circulación durante el mayor tiempo posible?

¿Qué incentivos ofrecería a los proyectos de Tecnología, Ciencia e Innovación en Salud bajo el enfoque de Economía circular?

¿Cómo promovería a Colombia como un centro mundialmente reconocido y avalado de remanufactura tecnológica para dispositivos médicos?

Conozca el webinar sobre Economia Circular en Salud del pasado 17 febrero

Webinar «Economía Circular en Salud»

Entre ajustes, correcciones y reformas estructurales ¿Cómo construir un mejor sistema de salud para el contexto actual?

Entre ajustes, correcciones y reformas estructurales ¿Cómo construir un mejor sistema de salud para el contexto actual?

Las modificaciones y reformas al sistema de salud colombiano se han convertido en uno de los temas que concentra el interés del debate electoral en curso. En días recientes, algunos de los precandidatos que aspiran ocupar la presidencia, hicieron públicas sus propuestas para abordar los desafíos que actualmente enfrenta el sector. Como resultado de este ejercicio, surgieron varias controversias que permiten vislumbrar el horizonte de acción que dichos precandidatos proyectan y reconocer las principales similitudes y matices entre cada uno de sus planteamientos.

En primer lugar, cabe señalar que las diferentes propuestas contienen puntos convergentes y divergentes. Para la mayoría, por ejemplo, es clara la necesidad de emprender acciones que dignifiquen la labor del talento humano en salud: un sector que se vio particularmente golpeado durante la pandemia, pero que desde hace largo tiempo viene mostrando señales de un deterioro en sus condiciones laborales. Así mismo, todos parecen coincidir en la necesidad de fortalecer los mecanismos de promoción de la salud y prevención de la enfermedad; asegurar el flujo de recursos para sanear la deuda histórica con las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPS); y tomar medidas concretas para garantizar la oferta de atención en lugares tradicionalmente aislados, lo cual supone, además, la construcción de nueva infraestructura pública y el mejoramiento de la existente en las distintas regiones del país. Desde luego, la existencia de estos puntos en común marca un ambicioso horizonte de acción que podría orientar la dirección de los cambios y las reformas que requiere el sistema de salud.

Ahora bien, cuando se observan los medios propuestos para alcanzar tales propósitos, se reconoce la concurrencia de estrategias distintas. Es justo allí donde emergen las principales divergencias. Para Alejandro Gaviria, por ejemplo, la arquitectura del sistema actual brinda cobertura bajo un esquema solidario que, por un lado, ofrece atención médica a la población más vulnerable a través del régimen subsidiado, y por el otro, garantiza la protección financiera de los usuarios con enfermedades de alto costo. Para Gaviria, la ley 100 consiguió que se aumentara el gasto público en salud y la inversión privada, y condujo a que se redujera la brecha social en el acceso a los servicios. Aunque reconoce problemas persistentes en materia de financiamiento, corrupción y pérdida de legitimidad, sus propuestas se orientan más al fortalecimiento de los mecanismos contemplados en el sistema, al ensanchamiento de la red pública, a la reducción de costos a través del fomento de la producción local de biosimilares y la regulación de precios de los medicamentos.

En la misma línea, candidatos como Oscar Ivan Zuluaga y Sergio Fajardo, plantean la necesidad de acometer modificaciones y ajustes enmarcados en las reglas y los lineamientos establecidos por el sistema de salud vigente. Zuluaga, por ejemplo, ha indicado que resulta urgente mejorar las condiciones laborales de los profesionales de la salud, aunque no ha sido explícito en propuestas que expliquen cómo hacerlo. Fajardo, entretanto, ha puesto el énfasis de su propuesta en mejorar la articulación de los actores que concurren actualmente en el sistema, destacando la necesidad de que el aseguramiento esté acompañado por una rectoría fortalecida a nivel nacional y local; también propone transitar hacía un modelo con enfoque territorial, que permita una mejor organización de las secretarías, las Entidades Promotoras de Salud (EPS) y las IPS.

Por su parte, Gustavo Petro ha mostrado una postura que se distancia de las propuestas mencionadas. El precandidato del Pacto Histórico ha insistido en la necesidad de una reforma estructural al sistema de salud, que elimine o reduzca sustancialmente la función que actualmente tienen las EPS. Para Petro, resulta mucho más conveniente construir un modelo preventivo y predictivo universal financiado con recursos públicos, dentro del cual las aseguradoras asuman la tarea de ofrecer pólizas a los pacientes de alto costo. Según ha manifestado, las EPS han hecho un mal manejo -incluso corrupto- de los recursos financieros del sistema, y han sido ineficientes en la transferencia de esos recursos a las IPS.

¿Cuál es el panorama al que se enfrentan los precandidatos?

Las convergencias y divergencias mencionadas sugieren que el debate alrededor de los cambios que requiere el sistema de salud colombiano está lejos de agotarse. Incluso, podría afirmarse que esta discusión trasciende la coyuntura del debate electoral actual, lo cual hace necesario información y evidencia suficientes que permitan valorar si las propuestas de los candidatos resultan coherentes con los avances y problemáticas del sistema. Por ejemplo: hoy el sistema de salud cubre a un poco más de 50 millones de personas, de los cuales, 24 millones hacen parte del régimen subsidiado y 24,6 del régimen contributivo; existe un plan de beneficios unificado que cubre un portafolio amplio de tecnologías y procedimientos, gracias al cual los usuarios gozan de protección financiera frente a enfermedades catastróficas y de alto costo. Así mismo, se estima que en la actualidad el porcentaje de gasto de bolsillo frente al total del gasto en salud en Colombia está alrededor del 15 %, casi la mitad del promedio de América Latina y el Caribe.

Ahora bien, también es patente que el sistema ha mostrado numerosos problemas, muchos de los cuales han sido atribuidos a la arquitectura dispuesta por el legislador en la ley 100 de 1993. Muchas EPS, por ejemplo, no han logrado realizar un manejo adecuado de los recursos fiscales y parafiscales, lo cual ha derivado en sonados casos de corrupción, en la liquidación de varias de ellas, y en una deuda con las IPS (públicas y privadas) que, según varios cálculos, supera los 20 billones de pesos. Así mismo, el modelo de libre elección y subsidio a la demanda ha provocado una concentración de los servicios en los lugares más densamente poblados, generando una desprotección de los territorios aislados y de las poblaciones dispersas y más vulnerables. Así mismo, persisten barreras de acceso a tecnologías y procedimientos incluidos en el plan de beneficios que le corresponde cubrir a las EPS con el dinero que reciben por sus afiliados (la UPC), y existen deficiencias en la oportunidad para acceder a los servicios dentro de un tiempo que resulte prudente. Ciertamente, estos hechos van en contravía del principio que establece la salud como un derecho y desdibuja muchos de los logros alcanzados por el sistema de salud en los últimos 30 años.

Estos contrastes exigen un análisis riguroso que considere el estado actual del sistema de salud, sus principales desafíos y sus logros más destacados. De entrada, se podría afirmar que las propuestas de los precandidatos a la presidencia deberían partir de reconocer este escenario delineado por claroscuros, buscando con ello identificar alternativas concretas y viables que le permitan a los colombianos contar con el mejor sistema de salud posible. Es comprensible que todas estas propuestas suponen el despliegue de posturas ideológicas, muy propias del debate público y político; sin embargo, más allá de las diferencias que le son inherentes a la contienda electoral, sería deseable la búsqueda de convergencias y acuerdos que permitan establecer horizontes claros, puntuales, posibles y evaluables en el tiempo. Cualquier cambio, ya sea cosmético o estructural, debe considerar las particularidades territoriales, demográficas y financieras del país; así mismo, debe hacerse en el marco de las reglas y normativas vigentes y contando con la concurrencia de los diversos actores que actualmente configuran el sector salud. Ciertamente, los últimos 30 años han dejado enormes enseñanzas y han permitido el planteamiento de nuevos desafíos, los cuales deberían ser reconocidos como punto de partida para pensar las transformaciones que requiere el sistema. No hay que olvidar que los sistemas de salud operan en contextos dinámicos, moldeados por las transiciones demográficas y epidemiológicas, la innovación tecnológica y las demandas crecientes de la población, entre otros; ello supone, por un lado, que dichos sistemas deben ser capaces de atender las problemáticas estructurales, pero también, de adaptarse a las necesidades de un entorno cambiante.

Ante ese desafío, vale la pena plantearle a los precandidatos algunos interrogantes, que pueden servir como punto de partida para pensar el futuro del sistema de salud colombiano. Por ejemplo: ¿Es posible mantener el principio de solidaridad y la protección financiera sin la presencia de aseguradores? ¿Tiene el Estado la capacidad técnica y administrativa de asumir las funciones que hoy desempeñan las EPS? ¿Es posible pensar la corrupción como un problema exclusivo del sector público o privado? ¿Existen mecanismos concretos que permitan optimizar los recursos disponibles o aumentarlos para hacer un uso más eficiente? Estas preguntas no tienen una respuesta única y sencilla, sin embargo, pueden servir de punto de partida para enriquecer y orientar el debate alrededor de los cambios y reformas que necesita el sistema de salud colombiano.

Enfocarse en la salud mental

Enfocarse en la salud mental

En lugar de estar obsesionados con el uso del tapabocas, el gobierno y la sociedad deberían estar enfocados en la salud mental de los colombianos. La pandemia generó una crisis sin precedentes de la que nadie parece ocuparse. Hablemos de salud mental.

Recientemente, el precandidato Alejandro Gaviria propuso redefinir las prioridades de la acción institucional frente a la pandemia; puntualmente, sugirió la necesidad de abandonar la “obsesión” por el uso del tapabocas, para centrarse en temas mucho más apremiantes como la salud mental. La propuesta del  precandidato Gaviria es sumamente interesante y oportuna. De hecho, desde hace un tiempo, el precandidato había publicado en su página web la necesidad de acciones centradas en la salud mental de los colombianos. Si bien la pertinencia de un proyecto de salud mental comunitaria no es cuestionable, es necesario planificarlo adecuadamente considerando los recursos disponibles. Es preciso señalar que se requiere un amplio despliegue de recursos para diseñar, desarrollar, contextualizar, gestionar y supervisar los servicios regionales y locales de servicios de salud mental centrados en la comunidad. Para ello es necesario contar con el apoyo de equipos formados por diversos perfiles profesionales, de manera que se amplíe el papel de los psicólogos y los psiquiatras. Dicho proyecto presentaría enormes retos ya que en Colombia, según una consulta realizada al cubo de datos de RETHUS (Red de Talento Humano en Salud), para febrero de 2022 existen 1433 Psiquiatras y 117.827 Psicólogos registrados. Esto supone 0,28 Psiquiatras por cada 10.000 habitantes y 22,83 Psicólogos por cada 10.000 habitantes, según la proyección de población para el año 2022.

Un servicio de salud mental comunitario como el mencionado puede incluir en su alcance la salud mental en el ámbito laboral. Esto es así porque tal enfoque se desarrolla en un entorno distinto al hospitalario. No obstante, su alcance ha de ir más allá de la orientación en materia de salud mental. Para ello, dado que la pandemia de COVID-19 ha impactado la salud mental a nivel global, sería conveniente que el candidato ampliase su propuesta con el fin de conocer, con más detalle, la forma en que estructuraría un plan de salud mental comunitaria para garantizar su ejecución y sostenibilidad con los recursos disponibles. Así mismo, si bien los profesionales de la salud han estado expuestos a situaciones que afectan su salud mental, ellos no son el único grupo poblacional aquejado por esta situación. En consecuencia, resultaría fundamental extender esta iniciativa a la población en general. Por supuesto, esto requeriría un recurso de talento humano más robusto del que se dispone actualmente y debería tener en cuenta el tiempo que le tomaría al país formar a esos profesionales -sumado a la disponibilidad de una oferta educativa suficiente-.

Frente al uso de tapabocas es importante recalcar que estos mitigan el contagio por COVID-19, pero también tienen una serie de inconvenientes. Si bien es cierto que los tapabocas pueden bloquear las gotas que exhala una persona no contagiada, la capacidad para filtrar dichas gotas varía con el tipo de mascarilla que se use, así, por ejemplo, según una investigación (estudio ambiental del número de casos y muertes de países que adoptaron o no generalizaron mandatos de tapabocas), las máscaras de tela que pueden reutilizarse son menos efectivas que las quirúrgicas. Estas últimas, son las que deben usarse en espacios cerrados en los cuales haya un número importante de personas. No obstante, la eliminación del tapabocas al aire libre podría ser una opción, ya que hasta la fecha no se conoce de un contagio masivo. Igualmente, y tal como lo establecen los datos, no se mostró una diferencia entre los países europeos que no exigieron uso de tapabocas y países de la misma región en los cuales este requerimiento se hizo obligatorio (Ver Gráfica basada en Our World in Data). Así mismo, en otro estudio se estableció que una persona contagiada de COVID-19 puede someterse a un proceso en el cual inhale varias veces las mismas partículas del virus, esta situación puede tener consecuencias, como, por ejemplo, las probabilidades de una infección grave por el virus, dada la acumulación de una carga viral importante.

Lo anterior es importante a propósito de las nuevas medidas tomadas por el gobierno nacional respecto al uso del tapabocas en espacios abiertos. En ese sentido, MinSalud estableció que la restricción se levanta únicamente en territorios con un porcentaje mayor al 70% en esquemas completos de vacunación. Igualmente, el lavado de manos, el uso de mascarilla en espacios cerrados (por ejemplo, en el transporte público), el distanciamiento social, el lavado de manos, así como, el aislamiento preventivo y selectivo, continúan siendo importantes.

Nutrición y alimentación en elecciones: un tema que requiere atención y acciones concretas ¿Qué proponen las campañas?

Nutrición y alimentación en elecciones: un tema que requiere atención y acciones concretas ¿Qué proponen las campañas?

Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en conjunto con el Programa Mundial de Alimentos (WFP), presentó su informe de alertas tempranas sobre inseguridad alimentaria aguda. En dicho informe se proyectó a Colombia como uno de los veinte focos de hambre en el mundo (hunger hotspots), lo que se traduce en un llamado de atención a los organismos nacionales e internacionales para que adelanten acciones coordinadas y urgentes ante el riesgo de que la inseguridad alimentaria aguda se intensifique en los próximos meses. 

La publicación motivó una respuesta airada por parte de las autoridades colombianas. La canciller Marta Lucía Ramírez, el ministro de agricultura Rodolfo Zea y otros funcionarios señalaron que el informe desconocía los esfuerzos de Colombia por preservar la seguridad alimentaria de su población; además, resaltaron que éste “carecía de soporte fáctico, definición metodológica y claridad en las fuentes” lo que afecta su validez y credibilidad. Ante la reacción del gobierno colombiano, el representante de FAO en el país, Alan Bojanic, reconoció que la manera como se presentó el contenido del informe resultó desafortunada, en tanto la intención de incluir a Colombia fue, principalmente, llamar la atención sobre el riesgo de un deterioro en la seguridad alimentaria de poblaciones vulnerables, particularmente migrantes venezolanos. En un intento por zanjar la polémica, la FAO se comprometió a revisar los términos del informe y la manera como fueron presentados los datos. Para ello se espera en las próximas semanas un pronunciamiento de la Organización con sede en Roma.

Desde luego, en la coyuntura actual, la controversia sirvió de tema de debate a los aspirantes presidenciales. Por un lado, Gustavo Petro criticó las políticas de libre comercio implementadas en el país, en particular, las relacionadas con la importación de alimentos que podrían producirse localmente. El precandidato del Pacto Histórico señaló que la fuerte devaluación del peso encarece los alimentos e insumos agrícolas importados, generando serios problemas de acceso a las poblaciones de menores ingresos. Ante ello, sugirió que bajo su eventual gobierno promovería el aumento de aranceles a la importación de alimentos, regularía el precio de los insumos agrarios, fomentaría la agroindustria cooperativizada y elevaría impuestos a latifundios de tierras fértiles improductivas.

Estas declaraciones fueron controvertidas por el precandidato Alejandro Gaviria, quien le recordó a Petro que el informe de la FAO también señaló que el riesgo debía entenderse como una articulación de factores, entre ellos: “la migración venezolana, los problemas de suministro y aumento de precios de insumos agrícolas, el aumento de la violencia en zonas rurales y la variabilidad climática”. Ante este panorama, agregó Gaviria, subir los aranceles sólo agravaría el problema en el corto plazo, pues provocaría un alza mayor en los productos importados. Sus propuestas, por el contrario, se orientaron a disminuir aranceles y fomentar un desarrollo rural que promueva un proceso acompasado de sustitución de importaciones y a regular el precio de los insumos agropecuarios. 

Más allá de la polémica puntual que generó este episodio, sus efectos revelan la importancia de abordar los problemas de salud desde perspectivas multidimensionales. En el caso de la alimentación y la nutrición están claros sus vínculos con factores sociales, políticos y económicos; por lo tanto, cualquier acción orientada a mitigar una situación de inseguridad alimentaria debe tener en cuenta sus múltiples dimensiones. Y, es que según la FAO, la inseguridad alimentaria grave en América Latina y el Caribe pasó de 47,6 millones de personas en 2014, a 92,8 en 2020, siendo su crecimiento mayor que en cualquier otra región del mundo. En Colombia, se estima que 1,7 millones de hogares no consumen las tres comidas diarias, situación que se agravó durante la pandemia con el aumento de la pobreza monetaria a un 42,5 %. Según el mismo informe de la FAO existe el riesgo de que, en 2022, 7,3 millones de colombianos estén en situación de inseguridad alimentaria, lo cual, desde luego, supone un reto de enormes proporciones para el gobierno que asuma a partir del 7 de agosto. 

En ese contexto, considerando las cifras disponibles y, teniendo en cuenta los términos de la controversia aquí mencionada, resulta conveniente que los precandidatos a la presidencia incorporen los temas de alimentación y nutrición a sus agendas programáticas. Así mismo, es imperativo que se formulen propuestas concretas para abordar un problema que requiere acciones intersectoriales coordinadas, orientadas a garantizar la producción de alimentos de calidad, el acceso de los sectores más vulnerables y el fomento de prácticas adecuadas de consumo. A pesar de los esfuerzos de éste y los anteriores gobiernos la alimentación y la nutrición continúa siendo un tema que merece la atención de las autoridades, pues ambas son esenciales para mejorar la salud y el bienestar de la población colombiana. 

Fuente: WFP and FAO. 2022. Hunger Hotspots. FAO-WFP early warnings on acute food insecurity: February to May 2022 Outlook. Rome. https://doi.org/10.4060/cb8376en 

Algunos datos clave: Factores de riesgo para desarrollar desnutrición (fuentes 1, 2, 3 y SISPRO fecha de consulta Feb 14 de 2022).